Para muchos de nosotros, el yoga comienza como una práctica física, algo que hacemos en una esterilla, en un centro de yoga. Con el tiempo, sin embargo, esta práctica empieza a entrelazarse con la vida diaria, ofreciendo perspectivas y herramientas que van mucho más allá de las posturas físicas.
En este contexto, surge la pregunta: ¿Cómo llevar el yoga a nuestras vacaciones, donde las rutinas cambian y el entorno es diferente?
Superando el miedo a practicar en solitario
Durante muchos, muchos años, usé mis vacaciones como una oportunidad para profundizar en mi práctica de yoga. Viajé a algunos de los lugares más hermosos y espiritualmente ricos del mundo—Tailandia, India, Guatemala, Belice, México—cada destino elegido con la intención de sumergirme en el yoga. Era solo yo, conmigo misma, en la esterilla, dedicando horas a las asanas, pranayama y meditación. Estos fueron tiempos transformadores, donde la belleza externa del entorno reflejaba el viaje interno que estaba emprendiendo.
Sin embargo, a medida que la vida evolucionó, también lo hizo la naturaleza de mis viajes. Las "vacaciones de yoga", tal como las conocía, se convirtieron en un recuerdo distante. Viajar con una familia, especialmente cuando tu pareja no comparte la misma pasión por el yoga, lo cambia todo. De repente, mis vacaciones estaban llenas del alegre caos de los niños, la dinámica de la vida familiar y el arte de la negociación. A pesar de estos cambios, seguí comprometida a llevar mi esterilla de yoga en cada viaje, decidida a mantener mi práctica.
Pero aquí está la verdad, y me da un poco de vergüenza admitirlo: la mayoría de las veces, regresé a casa sin haber desenrollado mi esterilla ni una sola vez. Sí, la misma esterilla que empacaba tan religiosamente a menudo se quedaba guardada en mi maleta. Sé que esto podría sorprenderte, especialmente si esperabas que fuera del tipo de persona que practica todos los días, sin importar qué. Pero así fue, y así es como debe ser contado.
¿Te vas de viaje? Así puedes mantener tu práctica de yoga
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En estos videos, aprenderás cómo construir una autopráctica efectiva y segura, eliminando las dudas más comunes y asegurándote de que estás en el camino correcto desde el principio. Estos videos están diseñados para ayudarte a superar el miedo a practicar solo y establecer una base sólida que te acompañe en cualquier lugar, incluso durante tus vacaciones.
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La práctica no tiene que ser larga para ser efectiva
Fue durante un vuelo, hacia un destino que ni siquiera recuerdo, cuando tuve un "ahá moment" sobre cómo podía llevar el yoga más allá de la esterilla y vivirlo de una manera diferente, y quizás más a menudo. Me encontré sentada al lado de un hombre indio con un gran turbante, probablemente de la tradición sij. A medida que avanzaba el vuelo, lo vi levantar la mano hacia la nariz y comenzar a practicar la respiración alterna por las fosas nasales (Nadi Shodhana).
Wow, pensé para mí misma. De repente, un universo entero se abrió ante mí. ¿Y si el yoga pudiera ser algo que llevara conmigo, no solo en mi equipaje, sino dentro de mi propio ser? ¿Y si utilizara el yoga cuando más lo necesitara y abrazara todo lo que tiene para ofrecer, en lugar de limitar mi práctica a la esterilla?
Es fácil caer en la trampa de pensar que si no tenemos una hora completa para practicar yoga, no vale la pena hacerlo. Pero esto está lejos de ser cierto. A veces, unas pocas secuencias simples, como los Saludos al Sol, pueden ser todo lo que necesitas para mantenerte conectado con tu práctica durante las vacaciones. Estas secuencias mueven la columna en todas las direcciones, energizan el cuerpo y centran la mente, brindándote todo lo esencial en un corto período de tiempo.
Abrazando el Yoga en momentos cotidianos
Ese simple momento en el avión fue una revelación. Me di cuenta de que el yoga no se trata solo de las posturas que practicamos en la esterilla; se trata de la atención plena que aportamos a cada aspecto de nuestras vidas. Ya sea tomando una respiración profunda y consciente durante una situación estresante, encontrando el equilibrio mientras camino por un terreno irregular o simplemente estando presente con mis seres queridos, el yoga siempre está ahí, guiándome y conectándome.
No necesitas una sesión de una hora o un entorno perfecto para practicar yoga mientras estás de vacaciones. A veces, unos pocos Saludos al Sol por la mañana pueden servir como toda tu práctica del día. Esta secuencia simple mueve la columna en todas las direcciones, energiza el cuerpo y centra la mente, todo lo que necesitas para mantenerte conectada con tu práctica.
O tal vez te encuentres solo unos minutos antes de acostarte. Un suave giro en la cama, mientras estás acostada, puede ser suficiente para liberar la tensión del día y prepararte para un sueño reparador. O la meditación; incluso cinco minutos pueden tener un impacto profundo en tu estado mental.
No practicar también es una opción
Y aquí hay algo más que he aprendido a lo largo de los años: si no tienes ganas de practicar yoga durante tus vacaciones, también está perfectamente bien. Me llevó años aceptar esto, pero me di cuenta de que a veces la mejor manera de honrar tu práctica es permitiéndote la libertad de alejarte de ella. Espero que tú puedas llegar a este entendimiento más rápido que yo. Y no eres menos Yogui por ello.
Conclusión: El Yoga está siempre contigo
A lo largo de los años, he llegado a comprender que el yoga no se trata de perfección ni de seguir una rutina rígida. Se trata de flexibilidad, no solo en nuestros cuerpos, sino también en nuestras mentes y espíritus. Se trata de adaptarse al momento, abrazar el presente y encontrar la paz en cualquier circunstancia en la que nos encontremos. Así que si te encuentras de vacaciones y tu esterilla de yoga permanece enrollada en la esquina, no te castigues demasiado. Recuerda, el yoga siempre está contigo, listo para ser practicado en las maneras más pequeñas.
Ya sea a través de una respiración consciente, un breve estiramiento o simplemente estando presente con quienes amas, estás practicando yoga. Y esa, amiga mía, es la verdadera esencia de la práctica.
Mucho Love,
Gordana
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